Zahara, la de ojos negros
bien digna de ser sultana;
el zancarrón de Mahoma
por una hurí te tomara.
No ocultes tus bellos ojos
tras de tu velo, Zahara,
que un trovador nazareno
por ellos vende su alma
y reniega, si tú quieres,
de su Dios y de su patria.
Tú tienes en tus pupilas
las saudades de Granada
y al cantar los muezines
su plegaria,
a los huertos granadinos
y a las fuentes de la Alhambra,
como en un vuelo de oro
y azul, se te escapa el alma,
mientras suspiran tus labios,
¡Ay, mi perdida Granada!
Zahara, ¡si yo pudiera
darte tu ciudad sultana,
con todos sus azahares
y con sus torres doradas!
Sería el digno regalo
de esta pasión que me mata,
corona de tu hermosura
triste y auribronceada.
Con sus fuentes y sus gnomos
yo te daría tu Alhambra.
Como en un viejo romance
triste y morisca Zahara,
en la grupa de mi potro
de tu tribu te robara.
¡Pobre errabunda que cruzas
los arenales, descalza,
flor de serrallo, abatida
por el dolor de tu raza,
inmensa pena de siglos
que pesa sobre tu alma!
Zahara, la de ojos negros,
bien digna de ser sultana.
¡Quién pudiera devolverte
tu Granada!
La Esfera. Ilustración mundial Año III Número 154 - 9-12-1916