Nada Chouaib, nos ofrece los siguientes recursos de danza oriental para sobrellevar el confinamiento provocado por el estado de alarma. Son cuatro vídeos para que desde casa practiques con su método y conectes con tu naturaleza para tu bienestar.
1º PRINCIPIO DEL MÉTODO DE NADA CHOUAIB: "EL MOVIMIENTO NACE DEL CENTRO, SE DESARROLLA Y REGRESA A ÉL"
En la danza de las culturas orientales existe un punto en el cuerpo donde se concentran todas las energías vitales, los chinos los llaman "tan-tien", los japoneses lo llaman "el hara", en el yoga de los indúes lo llaman el "segundo chakra", son culturas muy distintas y describen éste punto energético con distintos matices, pero todos coinciden en su localización. Dicho punto se ubica entre el ombligo y el pubis, y es el centro de gravedad de nuestro cuerpo.
2º PRINCIPIO DEL MÉTODO DE NADA CHOUAIB: "EL EJE CIELO-TIERRA"
El movimiento se desarrolla en todo el cuerpo siguiendo el eje Cielo-Tierra. Anteriormente, vimos en otro video éste principio tratado más en aspectos simbólicos y artísticos (ver aquí). En éste, lo enfoco más a la salud psíquica, emocional y de bienestar en general, para que lo practique cualquier persona. Los ejercicios son sencillos y sirven tanto para quien no baila danza oriental, pues se concentra más en la conciencia corporal, y para bailarinas, ya que les sirven de tabla de ejercicios.
3º PRINCIPIO DEL MÉTODO DE NADA CHOUAIB: "EL MOVIMIENTO DE LA DANZA ORIENTAL SE DIBUJA EN FORMA DE CURVA Y FRACTAL"
La danza oriental nos puede ayudar durante la cuarentena. Las mujeres que nos la han trasmitido han desarrollado muchos recursos para enfrentarse a situaciones difíciles y gestionar los conflictos de forma suave y armoniosa. Éste principio nos sirve para suavizar las transiciones de los movimientos, desbloqueando los conflictos que se puedan originar de una parte del cuerpo a otra.
4º PRINCIPIO DEL MÉTODO DE NADA CHOUAIB: "REGRESO AL CENTRO, VOLVER A LA ESENCIA"
Una vez desarrollado el movimiento a lo largo del eje con curvas y redondeos, éste se recoge en el centro. En la danza, como en la vida tenemos que conocer nuestros límites, saber lo que soy capaz de dar y me sigue llenando, pues mi energía fluye hacia fuera y vuelve en mí también.
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