Artículo: Recuerdos Orientales, extraído de la revista:
"Museo de las Familias" (Madrid)
25 de Diciembre de 1852
El Oriente es hoy la tierra predilecta de los artista; en esta región se buscan la luz, el color, los trajes majestuosos o pintorescos, los grandiosos paisajes, y los recuerdos históricos, a donde se unen las tradiciones religiosas comunes a todos los pueblos meridionales.
Sin detenernos en las gigantescas y espléndidas construcciones de la capital de los Faraones, dirijámonos a los límites de Egipto, a Assouan, que está situada en la primera catarata del Nilo.
Assouan es la antigüa Siena, ciudad en otro tiemo importante y que ha servido a los geógrafos de la antigüedad de punto de partida para determinar la posición de los lugares de la tierra (...)
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Mujer joven tocando el Darbuka 1851 Alexandre Bida, pintor francés (1823-1895) |
(...) Los dos grabados que reproducimos aquí nos hacen penetrar en la vida del haren de este santuario, donde la civilización europea que tanto ha modificado las costumbres islámicas, y en particular las egipcias, se han mantenido impotente.
Los trajes y los usos de las mujeres del Cairo, son hoy lo que eran en el siglo anterior, y aún puede decirse que no han experimentado cambios notables desde la época de las Mil y una noches. Estas dos viñetas dan una idea del traje sencillo, elegante y cómo de las egipcias.
Las egipcias se pegan mucho a su tocador, y han imaginado muchas prácticas curiosas para hacer que brillen y resplandezcan sus naturales encantos. En vez de dejarse crecer libremente sus cejas, disminuye su longitud, y no conservan de ellas más que un arco muy delgado; además se tiñen el borde de sus párpados con una preparación de antimonio llamada Kohl.
Para que resalte la blancura de su piel, se tiñen ordinariamente las uñas, la extremidad de la faz palmaria de los dedos, y las plantas de los pies de negro y rojo con una preparación de hojas de henné.
Las mujeres del pueblo se pican el labio inferior, la barba y los brazos y las manos: en fin, en algunas tribus, las mujeres llegan hasta el extremo de picarse todo el cuerpo.
La belleza de las egipcias recuerda cierta parte del encanto que se nota en las bellas mujeres de Asia y del África, cuyo lugar predilecto ha sido siembre el valle del Nilo. El rostro es gracioso sin ser extraordinariamente bello; ojos grandes y negros, sombreados de largas pestañas, llenos de vivacidad, con lo cual dan a su rostro una grande expresión. Su nariz es generalmente pequeña; tienen la boca grande, pero bien formada, aun cuando los labios son un poco gruesos. Sus dientes perfectamente alineados, tienen una brillante blancura, y contrastan con su piel morena y dorada. Esta participa de una tinta más o menos bronceada, a medida que son del bajo o del alto Egipcio, o se encuentran más o menos expuestas a los rayos del sol.
Las egipcias son generalmente de una mediana estatura, y se hacen notar por la elegancia de sus formas. Tienen la columna vertebral arqueada, los miembros uniformes y redondos, y las manos y pies pequeños. Su seno, poderosamente desarrollado adorna sus ancho pecho, que no cede nunca a los artificios mal entendidos y con frecuencia funestos de la coquetería europea. su manera de andar es graciosa, y sus posiciones majestuosas: sus gestos, llenos de gracia, traen a la mente recuerdos de la antigüedad, de la cual han conservado muchas prácticas y algunos rasgos de semejanza. Cuando son jóvenes designan generalmente las formas de las esculturas egipcias, sobre todo las de la época de los Tolomeos, donde el arte, sin elevarse a lo ideal, procuraba imitar a la naturaleza que tenía a la vista.
De estas generalidades, pasemos a las dos figuras que acompañan este artículo y que representan Almeas o Ghawazi, especie de bayaderas que hacen profesión de cantar y de bailar.
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Chica bailando (Almea) 1851 Alexandre Bida, pintor francés (1823-1895) |
Las almeas son las destinadas a distraer las horas monótonas de las reclusas del haren, o a despertar los deseos del señor. La tocadora de la darbuka, lleva colgado una especie de tambor, un instrumento de percusión formado de una especie de caja redonda de madera, cuyo fondo está vacío, revestida con un pergamino sobre el cual toca con los dedos, graduando el sonido, a medida que se aleja o se aproxima al centro del instrumento. Acompaña a la joven bailarina, que con una especie de castañuelas de metal, se conforma a la medida del paso por medio de una danza voluptuosa, o una pantomima que representan todas las fases de amor.
Respecto a la manera de bailar y cantar de estas mujeres, digamos únicamente y para concluir, que esta pantomima exótica, es un vestigio de los bailes consagrados por los antiguos egipcios al culto de Hathor. Se parece a los movimientos jónicos y a los viles gaditanos, cuyas descripciones nos han dejado los poetas latinos. Este baile pasó de los egipcios a los árabes y a los moros, que después dejaron estos en España y que se conoce hoy con el nombre de fandango*.
I.F.
I.F.
* El Fandango que actualmente conocemos no tiene nada que ver con el de antaño. El antigüo fandango comenzó en el S.XVIII. (...El origen de la palabra fandango es incierto, por lo general, se admite el origen árabe del fandango tradicional, por su semejanza con la danza arabigo-andaluza y las jarchas mozárabes. Después se fue propagando y aclimatando a las demás regiones españolas, adquiriendo así perfiles propios. Es este modo el fandango morisco se fue transformando en jotas, muñeiras, alboradas... etc. Jose Blas Vega)
Alrededor del mundo (Madrid) 9-8-1900 |
Ilustración artística (24-3-1890)
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